En vista de los acontecimientos ocurridos durante el festival Axe Ceremonia 2025, en donde fallecieron Berenice Giles Rivera y Miguel Ángel Rojas, ambos fotógrafos que colaboraban con el medio musical Mr. Indie, que ahora se deslinda de su relación laboral con ellos; me he decidido a escribir esta nota, para explicar cómo funcionan los festivales de música y conciertos, desde mi experiencia, y cómo los seres humanos no importamos para este sistema de entretenimiento, cuyo único fin es generar consumidores cada vez más identificados con la marca y los sponsors.
Aunque la gente ve que un festival es una gran oportunidad de ver a su artista favorito, la verdad es que no es más que un medio publicitario donde las grandes marcas pueden promover sus productos. Por lo que hay muchos niveles de trabajo, cuyo número puede cambiar, y cada quién tiene su responsabilidad que influye en todos los demás.
“Cómo los seres humanos no importamos para este sistema de entretenimiento, cuyo único fin es generar consumidores cada vez más identificados con la marca y los sponsors”.
El primer nivel: los patrocinadores
El primer nivel inicia con las marcas que patrocinan los festivales y, en general, los eventos masivos. Su interés principal consiste en generar consumidores, mayores ventas y superar sus ingresos en comparación de los años anteriores, para lo cual requieren de lo más importante VISIBILIDAD.

Dado que estas realizan patrocinios de muchos millones de pesos, se convierten en una especie de tiranos con permiso, es decir, sus representantes suelen ser personas sumamente exigentes (y hasta intransigentes) con sus solicitudes, al grado en que pueden cambiar acuerdos el mismo día del evento, sin importarles si previamente ya habían aceptado el producto que ya se les había ofrecido.
El segundo nivel: aquí nace el concepto del festival
En el segundo nivel están las empresas que “idearon” los festivales. Estas funcionan como unos gestores de enlace entre las marcas y los productores de espectáculos. Son quienes se encargan de conceptualizar las ideas, decir para qué público va dirigido, determinar los impactos y, en general, idealizar el proyecto. Un ejemplo de esto es Grupo ECO, con su CEO Diego Jiménez Labora, quien se encargó de conceptualizar el festival, registrarlo y contratar a OCESA. Posiblemente haya tomado otro papel de tirano y por eso se le está acusando, dado que tiene la responsabilidad de poner freno a las peticiones de marca, así como ponerse un freno a sí mismo con las peticiones sin seguridad.

El tercer nivel: empresas productoras
Digamos que en tercer nivel están las empresas que producen el festival. En el caso de México, suele ser OCESA que, de unos años a la fecha, suele tener muchas exigencias y una precarización cada vez mayor hacia sus proveedores. No solo han monopolizado los venues, como el Estadio GNP y el Palacio de los Deportes, que son esencialmente de los mexicanos, pero que gracias a que Alejandro Soberón (conocido como el dueño de OCESA) decidió recuperar esas zonas del vandalismo, es que puede utilizar esos lugares por años y años como si fueran de su propiedad. Evidentemente inició como una buena causa, pero el resto de las empresas mexicanas debería tener derecho a disfrutar de esos lugares de vez en cuando y, dado que no ocurre, es una monopolización del espacio, al grado que hasta se le puede cambiar de nombre en tanto una marca pague lo suficiente por ello, como Estadio GNP (antes Foro Sol). Por cierto, a los proveedores que apoyaron en su remodelación, ¿ya les pagaron?
Además, hay que considerar por parte de OCESA, los presupuestos a los proyectos, cuyo monto lo reducen año con año ensañándose con los proveedores. Es decir, los presupuestos no se actualizan conforme a los precios de la inflación, sino que se conservan y a veces hasta se reducen. Pero eso sí, piden más cosas cada vez. Puede ser un stand más grande, con tecnología y efectos innovadores, pero al mismo precio del que se construyó el año anterior o menos. Sin olvidar que piden las cotizaciones desglosadas a sus proveedores y luego les cambian los precios de cada producto.
Además, hay que considerar por parte de OCESA, los presupuestos a los proyectos, cuyo monto lo reducen año con año ensañándose con los proveedores.
Los Productores de Festival, se presentan como parte de OCESA, sin embargo, son equipos independientes, pero no por eso son inocentes. Ellos son quienes gestionan los permisos como los de Protección Civil, construyen el festival y se encargan de revisar que todas las agencias cumplan con los protocolos de seguridad y con la imagen del evento.
Ellos mismos son los que limitan los tiempos de montaje, ya sea porque no están dispuestos a pagar más días de renta de otros venues que no sean propiedad de OCESA, como en el caso del Parque Bicentenario, o porque hay festivales que pueden darse en el mismo lugar con diferencia de una semana como, por ejemplo, Corona Capital y Coca Cola Flow Fest. Esto genera que los proveedores estén apresurados, trabajando con un nulo margen para revisar posibles errores (que siempre hay) y esto genera muchas complicaciones y accidentes durante el montaje. Ah, y también son los encargados de contratar a los Lobos, los vigilantes encargados de la seguridad del evento, que más parecen unos cachorros dado que muy pocos tienen el entrenamiento adecuado para actuar ante situaciones de riesgo.
Ellos mismos son los que limitan los tiempos de montaje, ya sea porque no están dispuestos a pagar más días de renta de otros venues que no sean propiedad de OCESA
El Cuarto nivel: los proveedores
Por último, están las agencias productoras y los proveedores, quienes en general, tienen un panorama muy complicado. Pues en ellas recaen los caprichos de las marcas, las exigencias de las empresas que generan los festivales, los presupuestos escasos de OCESA y los tiempos cortos de montaje. Por lo que su solución es poner a trabajar a su personal con turnos de 12 a 18 horas, durante todo el tiempo de montaje y, a veces, durante el evento. Eso sí, con muy pocos inscritos al IMSS para cubrir el REPSE, ni pago de horas extras ya que cualquier retraso se le atribuye al trabajador por lento o incapaz). No hay que ser un genio, para entender que las personas acaban agotadas física y emocionalmente, con un bajo rendimiento y, muchas veces, consumiendo sustancias adictivas para soportar sus largas jornadas laborales.
No es de extrañar que todos estos factores son la combinación perfecta para que en algún momento haya surgido el descuido más absurdo que culminó en una lamentable tragedia. En el caso de este festival, lo más probable es que los tótems de grúa hayan sido un capricho de último momento de la marca y, por eso, la Alcaldía Miguel Hidalgo no los tenía contemplados, o quizás fue causa de un presupuesto bajísimo por lo que el proveedor no contempló los contrapesos ni una forma de sujetarlos. Si agregamos que eso, seguramente, se montó de último momento, entonces el personal tampoco puso atención por el agotamiento de la larga semana de trabajo, donde ya no se está en condiciones de razonar.

En el caso de este festival, lo más probable es que los tótems de grúa hayan sido un capricho de último momento de la marca
Ahora se culpa a Diego Jiménez Labora, el CEO de Grupo ECO, quien posiblemente sucumbió a algún capricho de marca o lo generó él mismo; sin contemplar que todos los demás involucrados son culpables, ya que tienen la obligación moral de ubicar a los demás niveles y mencionar lo que es humanamente posible y sin riesgos. Pero si tú, con todo esto que ahora sabes, y que aún me falta más por contar, decides comportarte como Karen, asumiendo de una manera tan indiferente que esto es parte del “sacrificio” del festival, y prefieres seguir ignorando que en los festivales hay condiciones injustas e indignas de trabajo, bajos presupuestos que generan el uso de materiales económicos, y demasiada intransigencia al grado de acabar con la vida y la salud de las personas; entonces tú, lector, también eres cómplice de este sistema que provocó la muerte de Berenice, Miguel, así como las demás personas que se han muerto durante los montajes y de las víctimas que se sigan sumando al body count de esta industria tan fría para la cual solo no somos más que un número que les genera dinero.
Este testimonio nos fue compartido para su publicación por GRISS
Como alguien que se ha dedicado en varios rubros dentro de la música, sé que este artículo no sólo describe al pie de la letra todo lo que ha pasado desde que se consideraron a los festivales como generadores de riqueza, sino que lo hace con total neutralidad.
Gracias, excelente trabajo.