Recientemente, la red de PlayStation experimentó una caída global que impidió a los jugadores acceder a sus juegos, tanto en formato digital como físico, durante aproximadamente 24 horas. Este incidente subraya la creciente dependencia de los servicios en línea para disfrutar de contenido que, en teoría, poseemos.
Durante la interrupción, varios juegos en formato físico con modos multijugador no funcionaron correctamente. Algunos títulos digitales ni siquiera permitían jugar en modo de un solo jugador, que normalmente no requiere conexión a la red. Otros ofrecían acceso limitado, evidenciando la vulnerabilidad de los usuarios ante la dependencia de la conectividad en la experiencia de juego.
Paralelamente, Sony anunció que dejará de producir discos Blu-ray grabables a partir de febrero de 2025, lo que representa otro golpe al formato físico en favor de las tendencias digitales.
Ahora tú, mi estimado fan de metal, me preguntas: y ese tema de juegos, ¿qué tiene que ver con la música pesada?
Desafortunadamente, nos están robando de la propiedad en todos lados, ofreciendo solo patéticas y mediocres suscripciones. Ahora, no solo estás condenado a pagar renta de tu cuarto toda la vida, sino también de la música que nunca será tuya.
Con el auge de las estrategias de suscripción en diversas industrias, nos acercamos a una realidad donde la propiedad tangible de medios está desapareciendo. Servicios de streaming como Spotify ofrecen acceso a vastas bibliotecas musicales, pero a menudo pagan a los artistas tan solo $0.0033 por reproducción, lo que significa que se requieren aproximadamente 250 reproducciones para que un artista gane un dólar.

Además, algunos servicios de streaming están introduciendo nuevos niveles de suscripción que podrían aumentar los costos para los usuarios. Por ejemplo, Spotify ha firmado un nuevo acuerdo con Warner Music Group que podría incluir niveles de suscripción “deluxe” con audio de alta fidelidad, lo que sugiere que los precios de suscripción podrían incrementarse en el futuro.
Aunque el formato físico puede parecer obsoleto, sigue siendo una de las pocas formas de garantizar la verdadera propiedad de la música, películas y juegos que amamos. Al comprar álbumes en CDs, vídeos de los conciertos en DVDs o Blu-ray, no solo obtenemos una copia tangible, sino que también apoyamos directamente a los artistas y a los distros locales, manteniendo viva la escena musical.

Además, tener una colección física en casa ofrece una satisfacción que las bibliotecas digitales no pueden igualar. Aparte de que siempre tendrás disponible tu música (mientras tengas electricidad en tu casa), tiene otras ventajas: podrás demostrarle a tu cita que si tienes hobbies, te hace sentir que sí, eres dueño de algo más que tus calzones, y siempre puedes elevar un poco tu autoestima leyendo todos estos títulos tan trues que forman parte de tu gusto musical.
En resumen, mientras avanzamos hacia un mundo cada vez más digital y dependiente de suscripciones, es esencial reconocer el valor del formato físico. No solo nos brinda propiedad real y acceso sin depender de conexiones a internet o servidores en línea, sino que también asegura que nuestro apoyo si llegue a la ezena, y no a rellenar los bolsillos de las malditas corporaciones capitalistas.